Enrique Caldevilla
Toda una vida ligada a la del lobo
ANDREA CUBILLAS
Entre las peñas, el sonido de la corneta irrumpe en la tranquilidad que reina en el Valle de Valdeón. Es el aviso del montero menor: el lobo se está adentrando en los Montes de Corona. De inmediato, las campanas de Cordiñanes empiezan a sonar. Dos toque secos. Es la hora de la caza. No hay ladridos, los mastines allí están prohibidos para interrumpir la entrada de los lobos. En alerta, los cazadores salen a dar muerte al animal. El ganado, su medio de vida, está en peligro. Y por ello no hay miramiento alguno. Era la lucha a muerte del hombre contra el lobo. El animal, hambriento, busca a sus presas, indiferente a lo que ocurre a su alrededor. Su desteino final, el ‘Chorco de los lobos’, una ingeniosa trampa del siglo XVI convertida en un punto de unión para la defensa de los intereses de los vecinos del Real Concejo de Valdeón.
En lo alto, los montañeros, hombres en buena forma física, los casados más recientes y los encargados de cerrar los pasos en canales y sedos para evitar la huida del lobo hacia la zona alta al verse acosada por la batida. Entre los montes, los choceros, ocupando los ‘chozos’, pequeñas edificaciones construidas en el interior de la empaliza del chorco en la zona más cercana al pozo donde se daría caza al animal. Allí, en silencio y provistos del ‘chuzo’, una especie de lanza, esperaban la llegada del animal, al que azuzaban o daban muerte en caso de peligro. Al final de la trampa, los enramadores, encargados de cubrir con ramajes la boca e inmediaciones del chorco y de extraer y quitar las pieles de la pieza una vez muerta.
Es la historia del Valle de Valdeón, de Picos de Europa, tierra de lobos, contada por boca de Enrique Caldevilla, cuya vida está ligada a la del lobo, un emblema pero también la especie más conflictiva durante siglos en este entorno natural.
Natural de Cordiñanes de Valdeón, Enrique nació escuchando a sus mayores hablar de la ‘pesadilla’ del lobo. El mismo al que se enfrentó cara a cara con tan sólo diez años. En uno de los cebos que utilizaban para trampear zorros apareció un lobo. El animal seguía vivo y Enrique y su hermano fueron a buscar a su padre. «No nos atrevimos ni acercanos», recuerda Enrique, que confiesa que fue la primera y única vez que sintió miedo ante la presencia del lobo. El lobo, recuerda, no busca al hombre, su presa es el ganado ayer y hoy.
Dónde nació
En Cordiñanes de Valdeón el 12 de febrero de 1955. Actualmente reside en León
A qué se dedica
Guarda de Picos de Europa
Los Picos en una frase
«El lobo era el enemigo número uno de Picos»
Pero ante el mismo escenario, la normativa frente al lobo cambió. Durante más de 30 años como guarda de Picos de Europa, Enrique ha aprendido a comprender y a entender al lobo hasta conocer a la perfección su comportamiento. Un animal cuya presencia ha ido creciendo en Picos de Europa. Por el contrario, el ganado ha desaparecido del paisaje del Valle de Valdeón y menos de una docena de familias siguen dedicadas a la ganadería extensiva.
En la actualidad, el cupo de caza en la vertiente leonesa de Picos está en tres cánidos cada año a pesar de que su población ha crecido en un 200%. Pero hoy ya no tienen ganado que cazar en los valles, al menos en la zona de León, donde es difícil ver un lobo en los montes bajos, siendo el chorco la única huella visible de la presencia de estos animales por estos lares.
Allí hoy uno puede incluso revivir aquellas cacerías en las que el hombre combatía cara a cara con el lobo en una lucha por la supervivencia.